miércoles, 9 de abril de 2008

mi autoestima

MI AUTO ESTIMA 1. ESTIMACION DE MI PROPIO VALER

Ahora entramos en el nivel Neuro-lógico al que corresponde la autoestima. Este nivel de las creencias y valores sobrepasa el nivel intelectual. Nos hallamos en la esfera del cerebro derecho. Aquí ocurre propiamente la estimación. A través de ella valoras, positiva o negativamente, una cosa, persona o situación. Pero empleas la lógica del corazón. No apelas a las razones del intelecto.

¿Cómo demuestras que un atardecer es hermoso? ¿Cómo pruebas que los movimientos de una mujer son graciosos? ¿Cómo compruebas que un acto de generosidad es valioso?
Imaginarás que no es fácil para mí, colocándome en este nivel de creencias y valores, la demostración de lo infinitamente valioso que eres tú. Me voy a limitar a ciertas alusiones que, tal vez, susciten en tu ánimo la estima profunda de tu propio yo.


A- ¿EXISTE EL UNIVERSO SÓLO PARA NOSOTROS LOS-HOMBRES?

Preguntarse si el universo existe sólo para los seres humanos, suena a egocentrismo desmedido. De hecho, como ya sabrás, los niños pequeños tienen semejante actitud. Creen que el sol sale para ellos y que sus papás existen exclusivamente para ellos. Sienten que todo gira alrededor de sí.

El hacer esa pregunta, que en forma similar es planteada en el mundo científico, despierta la duda acerca de nuestra madurez. ¿Revela acaso una especie de regresión a estadios infantiles del desarrollo?

Si la respuesta es un sí rotundo, capaz de hundirnos en un exclusivismo que nos separa del universo y nos aísla, me parece una auténtica regresión. Diría yo que en lugar de evolucionar, estamos cayendo en una involución.

Los científicos, por cierto, eluden en gran parte ese riesgo, porque consideran al hombre como parte integrante del universo. En nuestros días hemos superado ya la separación individualista del hombre frente al universo. Newton pretendía describir la compleja danza geométrica del mundo como si él estuviera frente a un pizarrón.

Después de Einstein esta actitud resulta absurda. Los humanos vivimos en el cosmos. Lo observamos y describimos desde su interior. Y nuestras descripciones o mapas del mismo están limitadas por el punto de observación en que nos colocamos.

Tras estas aclaraciones podemos volver a la pregunta, existe el universo solamente para el hombre? Una respuesta que repiten algunos científicos sería, "vemos el universo forma que es porque nosotros existimos."


En dicha contestación está latente lo que el mundo científico denomina el principio antrópico. En su forma débil, antro pico sostiene que el universo presenta las condiciones necesarias para la existencia del ser humano.

En esta Perspectiva entramos a explicar que hace quince mil, o diez mil millones de años como afirma Hawking, ocurrió el “BIG BANG”, porque éste es el tiempo necesario para el desarrollo de seres auto concientes


Como te recordé previamente, para que existieras tú y todos los demás tino que formarse una generación de estrellas. Estas luminarias transformaron parte del hidrógeno y helio originales en elementos como carbono, oxígeno e hidrógeno, a partir de los cuales estamos hechos nosotros

Las estrellas explotaron después como supernovas. Con el despojos de éstas se formaron otras estrellas y planetas, entre los que contamos los de nuestro sistema solar. Los primeros mil o casi dos mil años de existencia de nuestro planeta fueron demasiado calientes para el desarrollo de cualquier estructura viviente.

Los siguientes tres mil millones de años han sido necesarios para el proceso de la evolución biológica. Gracias a ella, la vida ha pasado de los organismos más simples hasta los seres capaces de calcular Hasta desde el BIG BANG hasta nuestros días.

B- EL HOMBRE VALE MÁS QUE TODO EL UNIVERSO

En el apartado anterior he cedido la palabra, aunque brevemente, a los científicos. Ellos encuentran difícil suponer que el universo existe sólo para que tú tengas vida. Y cuando experimentan alguna simpatía en relación con el principio antrópico, se sienten acorralados e impotentes.

Tienen que saltar las bardas de la razón y de la ciencia. Y señalan, con mayor o menor respeto, la esfera espiritual y mística de la religión. En otras palabras, se ven orillados a apelar a un Dios Creador.

"La evidente `sincronización fina' de las leyes de la naturaleza, que es necesaria para que la vida consciente pueda evolucionar en el universo, contiene la clara implicación de que Dios ha diseñado el universo en forma que permita que esa vida y conciencia emerjan. Esto significaría que nuestra propia existencia en el universo forma una parte central del plan de Dios," concluye el físico matemáticoPaul Davies

La vida consciente de veras es tan sorprendente como el BIG BANG. Parece como si el cúlmen de la hermosura del cosmos tuviese que ser una criatura capaz de maravillarse de esa belleza. O lo que es lo mismo, tu existencia en el universo es tan importante en el plan de Dios, que se puede decir que Dios ha creado el universo en función tuya.

Se combinan estas dos perspectivas, la importancia de la vida consciente y el valor infinito del ser humano, en la frase de san Juan de la Cruz:
"Un solo pensamiento del hombre vale más que todo el mundo; por tanto, sólo Dios es digno de él. "

Estoy seguro de que captas la profundidad y amplitud de esta frase. Solamente los genios son capaces de decir tanto en tan pocas palabras. En este caso, san Juan de la Cruz empieza con una valoración infinita de la mente humana. Nada más un fruto de ella, un solo pensamiento, le resulta de mayor valor que todo el mundo.

Semejante afirmación resulta atrevidísima. Mucho más que el principio ah trópico fuerte que, "va contra la corriente de toda la historia de la ciencia. "Y san Juan de la Cruz nos ofrece una visión incomparablemente más lanzada... Pero ahí está. Y es expresada por un místico.

Precisamente los místicos, es decir, aquellos que han experimentado el Misterio, son apreciados de manera especial en el campo científico de nuestros días. Por cierto, advertimos que no hemos de confundir la mística con el ocultismo, el esoterismo, la magia o la parapsicología. De hecho, muchos de los mejores pensadores de la historia, entre ellos científicos notables como Einstein, Pauli, Schrodinger, Heisenberg, Eddington y Jeans, se han adentrado en la esfera de la experiencia mística de Dios."

De acuerdo pastores los místicos se han adelantado a la visión unitaria del universo que los científicos tienen en la actualidad.` Recuerda, por ejemplo, la descripción que LIS JRGE GONZÁLEZ nos ofrece del universo: "Totalidad no dividida en movimiento fluyente." Y compárala luego con lo que la persona unida a Dios puede experimentar acerca del cosmos.

"Le parece al alma que todos los bálsamos y especias odoríferas y flores del mundo se trabucan y menean, revolviéndose para dar su suavidad, y que todos los reinos y señoríos del mundo y todas las potestades y virtudes del cielo se mueven, y, no sólo eso, sino que también todas las virtudes y sustancias y perfecciones y gracias de todas las cosas criadas relucen y hacen el mismo movimiento, todo a una y en uno."

A la luz de este texto volvemos a la pregunta planteada por los científicos, ¿por qué precisamente la criatura humana tiene que llevar en sí la chispa de la razón que, en cierto modo, hace que el universo tenga conciencia de sí mismo?
Para el científico no hay respuesta. El confiesa que tal pregunta entraña una paradoja. Es sorprendente que nosotros, hijos del universo -polvo de estrellas animado- tengamos la capacidad de reflexionar sobre la naturaleza del mismo universo. ¿Por qué semejante privilegio?

La existencia física de los humanos puede ser insignificante. "Sin embargo, la existencia de la mente en un organismo sobre un planeta dentro del universo es seguramente un hecho de fundamental significado. A través de los seres conscientes el universo ha generado autoconciencia. Esto no puede ser un detalle trivial, ni un subproducto menor de fuerzas inconscientes, desprovistas de una meta. Verdaderamente estamos aquí para cumplir un propósito."`

Reflexiones de esta índole, de un modo u otro, nos ayudan a reconocer que un solo pensamiento tuyo vale más que todo el mundo. Y luego viene una conclusión más sorprendente todavía: sólo Dios es digno de ti.
Si eres más valioso que todo el universo, entonces no hay criatura en él, excepto tus semejantes, que se encuentre a la altura de tu grandeza, y la de tus hermanos y hermanas es infinita. Por tanto, sólo Dios se encuentra a la altura de tu talla y la de ellos. Tú y yo y los demás tenemos capacidad de infinito. De ahí que sólo Dios puede saciar nuestras ansias de plenitud y felicidad.
C- POR AMOR, DIOS SE RINDE ANTE NOSOTROS LOS HOMBRES
Si la existencia de un universo capaz de suscitar la vida consciente deja perplejos a los científicos, ¿qué decir de un Creador dispuesto a servir al ser humano?
Si usas tu razón en los' altos niveles de rigor, procedimiento y discusión propios de los científicos, te puedes sentir al borde de la locura o del infarto. ¿Cómo es posible que Dios se haya tomado la tarea, no sólo de crear el universo para ti, sino también de elaborar un plan para entregarse a ti?


La respuesta, como sugiero en el título de este apartado, es el amor. Pero entonces, ¿qué es el amor? ¿Qué misterio insondable de creatividad, engrandecimiento y estima para el hombre se esconde detrás de la palabra amor?

"En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que El nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestro pecados" (1 Jn 4,10).
Estas palabras nos sumergen todavía más en las infinitas profundidades del amor. El centro focal del plan, con que Dios nos da su amor, es la entrega de su propio Hijo.

Primero lo envía. Luego, tras su encarnación, vida y predicación, lo entrega en manos de sus adversarios. Permite que sufra la angustia y tristeza de una agonía que le hace sudar sangre. Tolera que soporte una pasión dolorosísima en manos de sus verdugos. Y lo deja morir como un criminal y con sentimientos de abandono, en el patíbulo de la cruz.

Este plan del amor divino supone un despliegue formidable de libertad, iniciativa y creatividad. Jamás a nadie se le hubiese ocurrido hacer pasar al Hijo de Dios por el proceso de su encarnación, vida, pasión y muerte. Semejante idea hubiera sido considerada, no sólo absurda, sino blasfema e inmensamente ofensiva para Dios.

Sólo a Dios se le podía ocurrir semejante plan. Sólo su amor divino podía realizar una obra maravillosamente superior a ese cuerpo de luces que llamamos universo. Pero El es Dios, el absolutamente mayor, el totalmente otro, el que te ama y estima infinitamente más que lo que puedas pensar o sentir.

Estamos, de nuevo, frente al infinito ENGRANDECEDOR del hombre. Ahora mismo nutre su amor oceánico para ti. "Pues en Dios vivimos, nos movemos y existimos" (Act 17,28), como recuerda san Pablo. Y es bueno saber cómo es el carácter o "condición" de ese Dios apasionadamente enamorado de ti y de toda criatura humana.

Pues bien, porque "Dios es amor" (1 Jn 4,8), se demuestra tremendamente sensible ante la mínima expresión de amor. Más todavía si tu amor es constante y generoso.

"Grande es el poder y la porfía del amor, pues al mismo Dios prenda y liga. Dichosa el alma que ama, pues tiene a Dios por
prisionero, rendido a todo lo que ella quisiera; porque tiene tal condición, que, si le llevan por amor y por bien, le harán hacer cuanto quisieren, y si de otra manera, no hay hablarle ni poder con El aunque hagan extremos; pero, por amor, en un cabello le ligan.

Adán y Eva, además de abandonar el camino del amor, pretendieron eliminar a Dios. De esta manera, como sugiere san Juan de la Cruz, no hay hablarle ni poder con El aunque hagan extremos. Pero si amas a tu prójimo, a ti mismo, a las criaturas vivientes, en un cabello le ligas. El menor gesto de amor para él, que consiste en pensar, sentir y hacer lo que le agrada, lo convierte en tu prisionero, rendido a todo lo que tú quisieres.


5. CREACION DE TU IDENTIDAD VERDADERA

La creación del universo para que tú tengas vida, la entrega que Dios ha hecho de su propio Hijo, el amor que el Padre y el Hijo te profesan desde la eternidad, plantean la milenaria cuestión, ¿qué es el hombre? ¿Quién eres tú?

La filosofía y la psicología tienen sus respuestas. Algunas de ellas aparecen a lo largo de este ensayo. Sin embargo, tu naturaleza más profunda parece inaferrable. Los conceptos no alcanzan a contenerla. Igual que tu cuerpo, se pierde más allá de las partículas subatómicas y de la energía e información que la constituyen, en las regiones cuánticas de la mera posibilidad. Allí tu propio yo se hunde en el océano del misterio.

No es posible que contengas en el cuenco de tu mano la enormidad del océano. De igual modo, tu mente es incapaz de abarcar la totalidad de tu ser.

A- Tu identidad como espíritu encarnado

Una de las mejores metáforas que conozco para describir la esencia de tu ser, es la de espíritu. Sabrás que la palabra espíritu significa "respiro," "aliento," "viento," "principio de vida," etc.
En el contexto de Programación Neuro-Lingüística, el nivel espiritual consiste en lo que se halla más allá del individuo y sus intereses y gustos personales. Así, pertenecen al nivel espiritual, tu prójimo, el género humano, la vida, el planeta, el sistema solar, nuestra galaxia, el cosmos y, si crees en El, el Creador de todo cuanto existe.
Porque eres espíritu, puedes trascender tus gustos, deseos, puntos de vista, necesidades y aspiraciones. Eres capaz de hacer a un lado todo eso, con el fin de comprometerte con el bienestar y desarrollo de otros seres humanos, de la vida, del planeta, del cosmos.

Por tanto, esa capacidad de auto trascendencia y comunicación, de entrega y amor, es el contenido de la palabra espíritu. Te asemejas al viento porque te mueves desde tu yo hacia afuera. Te trasciendes a ti mismo, en cuanto que tu cuerpo no te ata del todo. Te comunicas y entras en contacto con otras criaturas y con el mismo Creador del universo.

A este respecto me gusta citar uno de los difusores de Programación Neuro-Lingüística. A.Robbins escribe, "recientemente tuve la oportunidad de poner en palabras mis sentimientos cuando tuve ocasión de visitar al escritor Wayne Dyer. El dijo algo que describe mis sentimientos. Me dijo, 'nosotros no somos seres humanos que tienen una experiencia espiritual. Nosotros somos seres espirituales que tienen una experiencia humana. Nuestra identidad es la piedra angular de esa experiencia. Yo creo que nuestra verdadera identidad es algo indescriptible y superior a cualquier cosa que podamos imaginar. Somos almas, somos espíritus. El recordar quiénes somos realmente pone todas las cosas en su justa perspectiva, ¿no es verdad? Una vez que actuamos guiados por la conciencia de que somos seres espirituales, evitaremos caer en las pequeñas trampas que nos separan a unos de otros."'

No creo que seamos "almas" ni "espíritus." Pero sí creo que somos cuerpos animados o espíritus encarnados capaces de evitar las trampas que nos separan. Reconozco que por ser espirituales necesitamos comunicarnos, comprendernos y comprometernos los unos con los otros.
Y en este sentido, tú actúas espiritualmente cuando te relacionas y comunicas constructivamente con la naturaleza, con los demás, con Dios y contigo mismo. Al establecer relaciones profundas y constructivas, tú practicas el amor. Y por tanto, al amor profundo actualizas tu realidad de espíritu encarnado.

Amando asciendes los límites de tu yo, emigras virtualmente de ti mismo y te comprometes con el bienestar y desarrollo de los demás.
En este movimiento migratorio, que te asemeja a las aves o a la luz, te comportas como el espíritu que palpita el la Sabiduría. "Pues hay en ella un espíritu inteligente, santo, único, le, sutil, ágil, perspicaz, inmaculado, claro, impasible, amante del bien, agudo, incoercible, bienhechor, amigo del hombre, firme seguro, sereno..."
B- TU IDENTIDAD DE HIJO DE DIOS

Cierto, tu agilidad y sutileza se acrecientan cuando te comunicas con Dios. Más todavía cuando le expresas tu amor. Y sobre todo, cuando vives la relación filial que Dios Padre te regala por medio de su Hijo.

En la línea de la autoestima, me parece importante que desarrolles tu propio yo. Para esto puedes buscar el ambiente propicio. Con el mismo fin, está en tus manos realizar las las conductas más benéficas para ti, en comunión con los demás. Igualmente, se halla dentro de tus posibilidades el despliegue total de tus recursos y capacidades. Puedes guiarte por los valores más elevados y preferir las creencias más constructivas.

Te beneficiará sin comparación el desarrollo de tu identidad de viviente, de ser humano, de persona. Mejor todavía si, como espíritu encarnado, trasciendes tu propio yo para entregarte a la comunicación, al servicio de los demás, al amor.

Pero todos esos aspectos de tu desarrollo p l amol apuntan hacia las cumbres de tu plenitud: vivir como hijo de Dios. De hecho, tu identidad como hijo de Dios aparece como el cúlmen de las obras divinas. Al oído del científico suena inconcebible que Dios se haya tomado el trabajo de crear todo el universo para que tú pudieras existir.

Más sorprendente nos resulta que entregue a su propio Hijo, con el fin de revelarte su amor. Por amor, está dispuesto a servirte como si El fuera tu esclavo y tú fueses su dios. Y si todo esto te parece poco, también decide transformarte en hijo suyo. Mediante su Hijo, nos hace "partícipes de la naturaleza divina" (2 Pe 1,4).

Y no hay palabras para describir tu identidad de hijo de Dios. Una definición lógica, elaborada por el cerebro izquierdo, se quedaría muy lejos de lo que realmente es tú ser de hijo de Dios.

En los cursos que he seguido con Robert Dilts he observado que al llegar al nivel de identidad las personas usan símbolos. También la Escritura emplea símbolos y metáforas para referirse al ser de Dios. En lugar de definiciones, la Biblia nos ofrece comparaciones e imágenes. En una de ellas utiliza la luz como símbolo de Dios.

"Dios es luz" (1 Jn 1,5), afirma san Juan. Y el mismo apóstol pone en labios de Jesús, el Hijo de Dios encarnado, estas palabras:

"Yo soy la luz del mundo;el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12).

Enseguida añade Jesús, "mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz" (Jn 12,36).
Jesús es "la luz verdadera que ilumina a todo hombre... A todos los que la recibieron les dio poder de llegar a ser hijos de Dios" (Jn 1,9.12).
"Hijos de Dios" e "Hijos de la Luz," por lo visto, son términos equivalentes en la Sagrada Escritura. Con razón Jesús habla de los creyentes como "Hijos de la luz" (Lc 16,8). No sorprende, por tanto, que diga a sus seguidores, "vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5,14).

Supongo que algún sentimiento de admiración palpita en tu ánimo al descubrir la coincidencia entre la revelación divina y los descubrimientos científicos. Ilustrado por la ciencia puedes sostener que estás hecho de luz de las estrellas.

Eres en verdad polvo de estrellas con alma y figura humana. Por otro lado, al escuchar a san Pablo, diciendo, "todos vosotros sois hijos de la luz" (1 Tes 5,5),
Confirmas que, sobre todo en el núcleo más profundo de tu ser, eres luminosidad, brillo, claridad. En tu centro personal eres un sol.

No sabemos definir cómo nos hace Dios "partícipes de su naturaleza divina. " Pero sabemos, mediante la fe, que en ese proceso nos transforma en sus hijos de verdad. Y por el mismo hecho nos convierte también en "hijos de la luz." En consecuencia, eres hijo de aquella Luz Eterna que encendió la luz del universo, la luz del sol, la luz de la vida, la luz de tu cuerpo, la luz de tu mente, la luz de tu filiación divina.
C. DESARROLLO DE TU IDENTIDAD ESPIRITUAL

Te reportará resultados estupendos el imaginar y visualizar que eres luz. Ver tu núcleo personal como un manantial de luz, semejante a una estrella, te ayudará mucho en tu vida cotidiana. Recuerda que el deprimido, para deprimirse imagina velos espesamente negros. Influido por cambios bioquímicos de su organismo, el deprimido representa la realidad como una noche muy oscura. Y así logra cubrir la luz que brilla en su alma, la luz de la vida y la luz de la esperanza. Prevé un futuro muy negro, le parece negro todo lo que le rodea y a sí mismo se considera manchado y oscurecido.

No basta, sin embargo, que te representes a ti mismo como luz y que adviertas la claridad de la vida y el brillo de la esperanza que ilumina tu futuro. También hace falta la acción que revela quién eres y acrecienta lo que eres. Recuerda el dicho latino, "operari sequitur esse," el hacer sigue al ser. Si eres luz, es necesario que actúes como luz, con el fin de acrecentar tu brillo y aumentar la claridad del universo.

Después de afirmar, "vosotros sois la luz del mundo," Jesús agrega, "brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5,16).
De acuerdo a estas palabras de Jesús, una forma concreta de ser luz consiste en hacer el bien. Las "buenas obras" que ayudan al otro, te permiten ser más tú mismo. Te realizas incrementando el bien en este mundo. Es como si echaras la semilla del bien por doquier, y sus flores y frutos hicieran presente tu ser en muchas partes.

Hoy día, a fines del segundo milenio, urge uno de los mejores bienes para la humanidad y los individuos: la paz. La paz es como la luz serena y hermosa de los atardeceres. El hombre la necesita para descansar y recuperarse, para convivir y amar, para orar y unirse con Dios. Por ello declara Jesús, "bienaventurados los constructores de la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mt 5,9).

Cuando trabajas por la paz en el mundo tan lleno de odios y resentimientos, de violencia y de guerras, te comportas como hijo de la luz. Tal vez te ayude a desarrollar tu identidad espiritual el preguntarte, "¿Cómo puedo construir la paz?" "¿Cómo lograré mantenerme en la serenidad y quietud personales?" "Cómo puedo devolver la-tranquilidad a los demás?"

Otro de los valores que pueden orientar tu proceso de "llegar a ser hijo de Dios," es la verdad. Jesús sostiene al respecto, "el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios" (Jn 3,21).

Mentir, de acuerdo a Jesucristo, significa aliarse con el diablo. "Este era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8,44).


Si, en cambio, sigues a Jesús que es la "Verdad" (Jn 14,16) afirmas valores como la vida y la libertad. "Yo he venido, revela Jesús, para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10,10). "Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres... Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres" ( Jn 8, 32, 36).

La luz es vida y es libertad. Al promover estos valores con tu propia conducta, una vez más actúas como hijo de la luz.
Los diferentes valores de tu actuación como luz se resumen en uno solo: amor. "Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano, aún está en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza" (1 Jn 2,9-10).

Cuando permaneces en la luz, mediante el amor, permaneces en Dios. "Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él" (1 Jn 4,16).
Y al permanecer en el amor del Padre y de su Hijo, te abres a uno de los valores más típicos y concretos de la luz: la alegría. "Como el Padre me amó, así os he amado a vosotros; permaneced en mi amor.

Si cumplís mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría sea completa. Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 14,9-12).

A ti te corresponde orientarte por estos valores y realizarlos en tu vida, para que desarrolles tu identidad espiritual. Al ser luz del mundo, te conviertes en hijo de la luz. Y al crecer como hijo de Dios, te adentras en el horizonte de un infinito y eterno desarrollo.
6. AUTOEXPANSION A ZAGA DEL HOMBRE. PERFECTO
En efecto, tu destino consiste en expandirte sin cesar, igual que el universo. Tus posibilidades de desarrollo son en verdad interminables. Estás llamado a un constante e ilimitado desarrollo. Cuanto más cambias y creces, tanto mayores son tus posibilidades de anticipar, aquí en la tierra, la plenitud que la mayoría reservamos para la otra vida. Y, ¿qué mejor expresión de autoestima que la de procurar la plenitud de tu desarrollo? ¿Qué autoestima puede superar al desarrollo infinito de tus capacidades mentales, emocionales, conductuales, sociales, y espirituales?

Esas capacidades tuyas "son tan profundas cuanto de grandes bienes son capaces, pues no se llenan con menos que infinito."
Dios te ha creado a su imagen y semejanza. Por ello tienes "capacidad infinita.`
A- EL MODELO PERFECTO DE AUTOESTIMA
Si te lanzas en pos de tu desarrollo infinito, necesitas unirte con el que es infinito: Dios.Hablando de tus capacidades, dice san Juan de la Cruz que ellas son como cavernas inmensas. "Es, pues, profunda la capacidad de estas cavernas, porque lo que en ellas puede caber, que es Dios, es profundo, de infinita bondad; y así será en cierta manera su capacidad infinita. "

Sólo en la infinita hermosura, bondad, alegría, paz y amor de Dios puedes saciar tu hambre y sed de infinito. No hay otra salida. El te ha creado de forma que puedes ser igual que El, pero sólo en unión con El. Solamente en la participación de sus bienes infinitos lograrás satisfacer los anhelos más íntimos de tu propio yo.

En este sentido, el Modelo acabado para unirte con Dios es Jesucristo. Como sabes, aunque no compartas mi fe, los que seguimos a Jesús, creemos que él es el Hijo de Dios hecho hombre. Por tanto, lo reconocemos como verdadero Dios y verdadero hombre. Una sola persona con naturaleza divina y naturaleza humana.

Por tanto, nadie como El puede ser mejor Modelo para recorrer los caminos de la unión con Dios. Si lo imitas a cada momento del día, te encontrarás en el camino óptimo y más excelente para unirte con Dios. En toda circunstancia te puedes preguntar, "¿qué haría Jesucristo en mi lugar?" También, "qué sentimientos escogería Jesús en estos momentos?" "¿Por cuáles pensamientos optaría Jesús ante esta persona o situación?" "¿Cómo se relacionaría Jesús con esta persona o grupo?"

Este deseo de imitar a Jesús responde a una invitación suya, "aprended de mí que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11,29).
En esta imitación del Señor hay una condición que, a primera vista, parece lo opuesto a la autoestima. Dice Jesús, "si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su:.cruz y sígame (Mc 8,34).
Negarse a sí mismo, ¿significa frenar el propio desarrollo, perder confianza en sí mismo y caer en el apocamiento? O peor todavía, ¿significa echarse culpas, castigarse y autodestruirse como ocurre en la depresión?
Dejo que Dostoievsky responda estas cuestiones. El es un genio. Y a pesar de vivir atormentado por la incredulidad y la duda, tiene la luz del ingenio para penetrar en el sentido de esta cuestión.

"Amar a un hombre como a sí mismo, de acuerdo al mandamiento de Cristo, es imposible. La ley de la persona terrestre nos liga. El yo es un obstáculo. Sólo Cristo ha podido. Pero Cristo es el ideal eterno, el ideal de siempre, al que todo hombre aspira y debe aspirar en virtud de la ley de la naturaleza.
Sin embargo, después de la aparición de Cristo encarnado, resulta claro como el día, que la suprema y última etapa de la evolución de la persona debe conducir, precisamente, a que el hombre descubra -tanto en el comienzo de la evolución, como en el punto mismo en que la meta es alcanzada-, tome conciencia y se convenza con toda la fuerza de su naturaleza, de que la utilización suprema que puede hacer de su persona, de que el desarrollo total de su yo, consiste en negarlo, para darle enteramente a todos y cada uno sin reservas ni apartijos. «62

Sí, Jesús es el ideal eterno, el ideal de siempre, al que todo hombre aspira y debe aspirar en virtud de la ley de la naturaleza. Por ley natural todos deseamos crecer y alcanzar un desarrollo humano ilimitado. Y nadie como Cristo ha rebasado las posibilidades humanas. El ha ido más allá de todo crecimiento imaginable.


Por ello, como subraya Dostoievsky, él aparece como el ideal eterno para todo ser humano deseoso de su desarrollo.
Pero de acuerdo a la genial intuición del novelista ruso, el desarrollo total del yo, consiste en negarlo, para darle enteramente a todos y cada uno. Suena paradójico, pero así se comprueba en los grandes hombres, en especial en Jesús. El desarrollo personal es proporcional a la negación del yo, sí dicha negación se orienta al servicio y amor de los demás.

Y esta negación del yo, para darle enteramente a los demás, alcanza su culminación en Jesucristo. "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz" (Fil 2,6-8).

B- AMAR AL PROPIO YO TANTO COMO DIOS LO AMA

Por obediencia al Padre, el Hijo se encarna como hombre, se comporta como servidor o esclavo de los seres humanos y sube al cadalso de la cruz.
Dios Padre ama a Jesucristo eterna e infinitamente. Mientras Jesús es bautizado por Juan en el Jordán, se escucha la voz del Padre, que dice, "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco" (Mt 3,17).

Sólo el Hijo puede complacer totalmente al Padre. Imagina, ¿podrías tú abarcar el universo y colmarlo con las melodías de tu canto? Imposible. Ni siquiera con los aparatos más sofisticados de la ingeniería moderna. Pues bien, considera que Dios es superior al universo sin comparación. Así que nadie alcanza la infinitud del Padre, excepto su Hijo Jesucristo. Entre ellos el amor es tan perfecto y maravilloso, que se personifica en el Espíritu Santo.

No hay duda, por tanto, de que el amor del Padre para Jesús es indescriptiblemente mayor que todo lo que podamos pensar, imaginar o intuir. Y en razón de ese amor tan enorme, Dios pide
a su Jesús que niegue su yo para darle enteramente a todos y cada uno.

También a ti, Dios te ha pedido que te niegues. Desde los comienzos has podido conquistar la vida, gracias a la negación de ti mismo. Como célula masculina, negaste tu propio ser, para darlo sin reservas a la célula materna. Y así la fecundaste y eres el fruto de tu propia negación.

A este tipo de negación te invita Dios por medio de Jesús. Una negación de lo malo y destructivo, del estancamiento y repliegue en tu propio yo, de la pasividad y mediocridad. Al mismo tiempo te pide Dios que te lances a la carrera de la entrega a los demás, a la vida, al desarrollo integral de tu ser.

Más que nada, te propone que le dones tu propio yo. Recuerda, cuando diste enteramente tu ser al óvulo materno, experimentaste una metamorfosis maravillosa. En ese momento te transformaste en la semilla de la persona que hoy eres. Así también en la unión con Dios, te volverás hijo de la luz en plenitud. La claridad de tu cuerpo y espíritu se convertirá en resplandores divinos.

Imagina tu propio yo como el cristal de una ventana. Cuando el cristal ha negado toda oscuridad o suciedad, y se halla libre de manchas, telarañas y polvo, se torna transparente por completo. Y entonces es capaz de entregarse sin reservas a los rayos del sol. De pronto, todo es luz. No logras advertir la presencia del cristal. Se diría que el cristal se ha transformado en la luz y claridad solares.

Otro tanto quiere Dios para ti. Desea que te arranques toda mancha y rastro de oscuridad. Procura que sufras un proceso de limpia y purificación, mediante el fuego de amor que es su Espíritu, para que tu yo quede transparente del todo. Entonces El, como manantial eterno de la luz, se unirá totalmente contigo. Y así, tú serás su luz y tu luz será su luz.
"Digamos que sea la unión como si dos velas de cera se juntasen tan en extremo, que toda la luz fuese una, o que el pabilo y la luz y la cera es todo uno; mas después bien se puede apartar la una vela de la otra y quedan dos velas," comenta santa Teresa de Avila.
Ahí tienes muy clara la meta de la negación de ti mismo. Dios pretende solamente que seas libre y capaz de hacerte uno con su luz. Y en esta perspectiva, me parece obvio que la verdadera autoestima significa amar tu propio yo tanto como Dios lo ama.
Pero tú no eres Dios para poder amarte tanto como El te ama... ¿Qué hacer? La solución sólo está en sus manos omnipotentes. Y en efecto, a impulsos de su amor infinito ha desplegado todo su poder para lograr que te ames tanto como El te ama. Sencillamente, ha decidido hacerte igual que El mediante el amor.

En unión con El, como decían los teólogos medievales, puedes co-ejecutar con El el amor a tu propio yo. Y es probable o, más bien, es seguro que en unión con Dios, tú querrás para ti mismo la cruz de Cristo. Y aceptarás morir del todo a tu yo, para resucitar a una vida nueva, luminosa, feliz e infinita en Dios.


C- DESARROLLO HUMANO HASTA EL INFINITO

En unión con Dios, puedes contemplar las posibilidades de tu desarrollo humano como un horizonte sin límites. No los hay de hecho. Al hacerte partícipe de su naturaleza divina, Dios te abre infinitas posibilidades de crecimiento. Ni siquiera la eternidad será suficiente para que actualices las potencialidades que adquieres en unión con Dios.

La buena nueva, a este respecto, consiste en saber que, ya en esta tierra, Dios quiere enriquecer tus capacidades humanas con su propia divinidad.
San Juan de la Cruz, igual que otros místicos, es testigo de esa posibilidad. En su propia experiencia descubrió que Dios opera una transformación humana o psicológica en las personas que se unen a El.

"Porque el entendimiento, que antes de esta unión entendía naturalmente con la fuerza y vigor de su lumbre natural por la vía de los sentidos naturales, es ya movido e informado por otro más alto principio de lumbre sobrenatural en Dios, dejados aparte los sentidos; y así se ha trocado en divino, porque por la unión su entendimiento y el de Dios todo es uno.
Y la voluntad, que antes amaba baja y muertamente sólo con su afecto natural, ahora ya se ha trocado en vida de amor divino, porque ama altamente con afecto divino, movido con la fuerza del Espíritu Santo, en que ya vive vida de amor; porque por medio de esta unión la voluntad de él y la de ella ya sólo es una voluntad. Y la memoria, que de suyo sólo percibía las figuras y fantasmas de las criaturas, es trocada por medio de esta unión a tener en la mente los años eternos que dice David (Sal 76,6).
El apetito natural, que sólo tenía habilidad y fuerza para gustar el sabor de criatura, que obra muerte, ahora está trocado en gusto y sabor divino, movido y satisfecho ya por otro principio donde está más a lo vivo, que es el deleite de Dios, y, porque está unido con él, ya no es otro que apetito de Dios. "6a
A la luz de la experiencia mística que reluce en este texto, intenta imaginar lo inimaginable. Y presuponiendo que tú u otra persona ha recibido la gracia de la unión con Dios, pondera que "el entendimiento de esta alma es entendimiento de Dios.`

Gracias a tu participación en la naturaleza divina, tu entendimiento se puede unir con el de Dios. Así tu conciencia y capacidad cognitiva se expanden infinitamente. Dios te comparte la infinitud de su propio conocimiento y sabiduría. Y El mismo, en forma experiencial y concreta, te recuerda que el universo y todas las criaturas existen por El.

"Y éste es el deleite grande de este recuerdo: conocer por Dios las criaturas, y no por las criaturas a Dios; que es conocer los efectos por su causa y no la causa por sus efectos.`

La Causa de todo lo que existe es Dios. El universo y las criaturas son los efectos de la creación amorosa de Dios. Y conocer los efectos por su causa,, o conocer por Dios las criaturas, es lo que ALBERT Einstein buscaba como su último objetivo científico. El decía, "yo quiero conocer los pensamientos de Dios; todo lo demás son detalles. "
La teoría de la relatividad, la fórmula de la bomba atómica y demás aportaciones que lo convierten en el mayor genio del siglo XX, no son más que detalles. Y tiene razón. Son simples detalles en comparación con los pensamientos de Dios que causaron, en última instancia, la existencia del universo, de nuestro planeta, de la vida, de la existencia de tu propio yo.

El conocimiento y conciencia expandidas hasta lo infinito en la unión con Dios, son un ejemplo de las posibilidades de tu desarrollo humano.

Pues, "según lo que está dicho, el entendimiento de esta alma es entendimiento de Dios, y la voluntad suya, voluntad de Dios, y su memoria, memoria de Dios, y su deleite, deleite de Dios, y la sustancia de esta alma, aunque no es sustancia de Dios, porque no puede sustancialmente convertirse en él, pero, estando unida como aquí está con El y asimismo absorta, está hecha Dios por participación de Dios."'

En Dios te aguarda un desarrollo humano infinito. Tus capacidades y tú mismo vivirán un constante e interminable desarrollo por toda la eternidad. Autoestima es abrirte al desarrollo infinito en Dios.


Por otro lado, Dios te colmó de gracia y te embelleció tanto que eres digno de El. Cae rendido de amor ante ti, porque él te ha adornado con primores divinos. Usando de modelo a su Hijo, Jesucristo, hizo de ti una "hermosísima y acabada imagen" de su divinidad. Y más tarde, con la encarnación, muerte y resurreción de su Hijo, cumple una nueva creación en tu ser. Y entonces abre los horizontes de lo inconcebible. Pretende ahora hacerte igual que El, mediante el amor y la unión tuya con su Hijo.

"Amar Dios al alma es meterla en cierta manera en sí mismo, igualándola consigo, y así ama al alma en sí consigo con el mismo amor que El se ama," comenta alborozado san Juan de la Cruz.


Ahora viene la conclusión básica de este ensayo. Si Dios mismo, siendo infinito desde siempre, te ama y te estima, entonces tu propio yo es merecedor de tu estima y amor. He aquí el desafío que te lanzan el valor y la hermosura de tu ser. Un desafío que el deseo divino de engrandecerte hace hermoso y atractivo. El desafío de amarte y estimarte tanto, como Dios te ama y estima.

Ejercicios de representaciones constructivas del propio yo
Empiezo refiriéndome al mejor modelo de autoestima que es Jesús de Nazaret. Pero quisiera ser más concreto al mostrarte algunos detalles específicos que ponen de manifiesto su autoestima.

Doy por supuesto, tal como sugiero al hablar del Eterno engrandecedor del hombre, que Jesús se une con Dios su Padre en el grandioso proyecto de elevar tu propio yo y engrandecerlo infinitamente con altura y dignidad indescriptibles.

Al mismo tiempo, observa que Jesús se te ofrece como ejemplo de hombre que sabe tener estima para sí mismo. Al leer los evangelios observarás que él no busca la aprobación de los demás. Le basta con sentirse respaldado por Dios y con la conciencia que tiene de ser valioso y merecedor de respeto y amor.

A resultas de su actitud de autoestima, Jesús nunca habla mal de sí mismo. Al contrario, se refiere a sí mismo con palabras que sugieren la profunda estima que siente para sí mismo. De sus labios brotan expresiones con que se define positivamente. "El hijo del hombre"... "La luz"... "El buen pastor"... "El pan de la"... "La vida"... "La puerta "El camino"... "La verdad"..."La vida".

La mayoría de estas imágenes son visuales y nos revelan que Jesús llevaba en su mente un retrato positivo de sí mismo. Y esto era fundamental para que él lograra estimar y querer su propio yo.
Con una imagen negativa de sí mismo le hubiera resultado imposible la autoestima. Resulta instintivo y automático.
CON CARIÑO PARA MIS HIJOS DE LOS ENCUENTROS J. FORBES F

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